En un
sistema socialista, al establecerse la propiedad social (colectiva) de los
medios de producción, desaparece cualquier forma de propiedad privada de los
bienes de capital y con esta, el capitalismo como forma de apropiación del
trabajo asalariado, una forma de explotación por vía económica. Debido al
apogeo intelectual del marxismo entre los proyectos de reforma social, el
ideario comunista influyó en casi todos los futuros movimientos socialistas.
Desde entonces los pensandores
socialistas comenzaron a considerar la socialización de la economía como un
interés vital para el proletariado industrial y un resultado históricamente
necesario a la vez corolario de la toma del poder político por dicha clase.
Sintetizado a partir de las ideas y escritos de distintos grupos y pensadores
que buscaban alumbrar un sistema distinto en términos de justicia, el
socialismo recibió un impulso distinto de la teoría marxista que desprende al
socialismo de todo idealismo moral y político, y lo fundamenta como una
necesidad para el desarrollo del presente período tecnológico, que es lo único
que podría hacerlo realizable (no-utópico) según la doctrina del materialismo
histórico. Dentro de la secuencia histórica de los modos de producción esbozada
por Friedrich Engels, el capitalismo es la última sociedad con clases y el
socialismo el primer paso a su extinción: las clases sociales se consideran
generadas por los diferentes e interdependientes orígenes sociales del ingreso,
y al proletariado como la primera clase trabajadora sin vías propias de
adquisición privada, capaz por ende de sobrevivir a una socialización de la
producción y finalmente a su propia desaparición como clase en una fase
comunista, dando así por superada la lucha de clases como motor del progreso
histórico
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