Galileo
Galilei representa en su siglo, el XVI, la transformación de una mentalidad, el
cambio de paradigma ejemplificado en su propia persona.
En
efecto Galileo vive y se forma en Pisa en la mentalidad aristotélica: ve el
mundo como conjunto de esencias que hay que entresacar de entre las cosas y
ordenarlas en definiciones jerarquizadas por silogismos. Su vida, sin embargo,
va cambiando en la medida en que conoce las críticas científicas a los conocimientos
y los métodos aristotélicos y va deduciendo por sí mismo, a partir de sus
cuantiosos inventos: catalejo, báscula de precisión, etc, la grandeza e
insustituibilidad de la experiencia para la tarea científica, de modo que nada
nos es conocido sin ella y el saber antiguo se convierte en huera información
si las hipótesis no vienen comprobadas por su experimento consiguiente, que, en
cierto modo, va acentuando la fuerza creadora del ser humano, ese ser humano
que va encontrando poco a poco en la naturaleza lo que su propia mente es capaz
de concebir.
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